Natalia, mamá de Ema.
Surgió la idea de armar un grupito de bebés, y me pareció una buena opción para tener unas horas para poder hacer trámites, compras y estudiar sin estar pendiente de mi hija. Empezamos con encuentros 3 veces por semana, y si bien las primeras veces me quedaba un rato hasta que Ema se quedara tranquila, muy pronto estaba tan entusiasmada cuando llegábamos que se olvidaba de que yo me iba. Como todo iba tan bien (Ema se quedaba tranquila y cuando la buscaba estaba re contenta), decidimos extender los encuentros una vez por semana más, y finalmente todos los días.
Esas tres horas para mí eran fundamentales para poder resolver muchas cosas del día a día que se hacían engorrosas con Ema a cuestas, empecé a tachar a lo loco los infinitos items de cosas que hacer y pude retomar un poco mi trabajo, con la seguridad de que Ema estaba en un lugar de confianza, y sobre todo, con el calor humano de María José, que nos daba mucho más que lo que un simple arreglo laboral requeriría.
El jardincito se convirtió poco a poco en el lugar favorito de Ema, donde siempre había algo nuevo por descubrir y donde se encontraba con esas otras personitas cuyos nombres ahora repite… sus amiguitas!
Carolina, mamá de André
Considero importante que los niños disfruten de la estimulación desde sus primeros meses, que puedan aprender y sentir que sus papás los dejan un ratito en un espacio exclusivo para ellos, donde el cariño de los padres no se suplanta, pero que recibirán todo el amor!
Creo que en este espacio los niños obtienen una preparación para ingresar a los futuros jardines que cada familia elija, en un espacio cuidado desde lo afectivo, desde la belleza y calidez del lugar y desde la salud y limpieza, donde los niños aprenderán a descubrirse a si mismos y a su vez a relacionarse con los pares, estimulando todos los sentidos con actividades acordes a cada etapa.
Al ser grupos reducidos, la atención y cuidado de cada niño, es casi personalizada, por eso es un espacio intimo y familiar.